Silencio, atención y meditación.

En la filosofía oriental sobre todo en el Zen y en el Tao, en su pensamiento, la importancia del silencio y la quietud es tal que se indica  como la mejor forma de meditación y como el modo a seguir para llegar a la eliminación del Ego.
Iracema Ríos.

Pero cuando se habla del silencio, de la quietud, no se refiere tanto al silencio exterior, sino más bien al silencio interno. En el Zen y en la filosofía Taoísta, diferencia muy bien entre los movimiento exteriores y los interiores. En los movimientos interiores, se refiere al movimiento de la mente, al parloteo, a la elucubración, al ensoñaciones, al recordar de forma selectiva recuerdos o inventar historias que imaginándolas nos puedan producir placer.

Todos este parloteo es la base del Ego. Piensa que cuando nombramos un objeto, una idea, clasificamos un sentimiento, lo que hacemos es recurrir al pasado, a nuestra experiencia para a partir de ella, definir lo que vemos ahora. En occidente esa es la forma de aprender y desde pequeños nos la han inculcado, así pues nos cuesta entender que exista otra forma de aprender. Pero voy a utilizar un ejemplo muy claro que sirve para entender que hay otra forma de aprender y no solo la escolástica occidental. Veamos: inconscientemente, cuando un niño aun no ha aprendido a hablar, aprende cosas, puede imitar a sus padres sin por ejemplo pensar "voy a imitar a mis padres", y esta acción no la nombra en su interior porque esas palabras aun no las identifica... el bebé aun no sabe hablar ni exteriormente ni interiormente y en cambio aprende a caminar, a hablar, a coger la cuchara o el teléfono, y hasta a jugar a juegos tecnológicos... Si por ejemplo pensamos que esa forma de ver el mundo (sin clasificar y sin nombrar) es propia de los necios, hay que contraponer que cuando hemos sido bebés es la etapa de nuestra vida en la cual más hemos aprendido... ¿quién es pues el necio? En otras palabras, cuando no verbalizamos es cuando más inteligente somos. Otro ejemplo sería el de aquellos genios como Albert Einstein que tuvieron que romper los esquemas mentales, deshaciendose de aquello aprendido para poder ver y extraer una nueva idea que interpretaba mejor el mundo. Una idea que vino como inspiración al adentrarse en los hechos de una forma más profunda ya que no cargaba con ideas anteriores (recordemos que no era muy buen estudiante). Pero claro, desde nuestro punto de vista occidental, caemos en el error de pensar que no se sabe aquello que no sabemos nombrar. Dándole más importancia a la palabra, a la clasificación que a la esencia de la cosa.


Pero el silencio, la atención y la quietud son la base de la meditación,  sin este parloteo externo e interno, se produce una intensa atención y sosiego de manera natural y las ideas erróneas y las emociones dañinas van diluyéndose poco a poco para dar paso a una percepción más lúcida de las cosas. Ya no hay palabras, recuerdos ni ideas pasadas que se interpongan entre el presente y nuestra percepción, entre el mundo y nosotros.

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