Meditación y medicina occidental.


- La mente es como un mono, afirma el budismo. Salta de un lado para otro, inquieto y salvaje. No tenemos control sobre él. Nuestras sensaciones, percepciones, recuerdos, deseos y pensamientos parlotean de modo errático en nuestras cabezas. No existe paz. El propósito de la meditación es aprender de entrada a cómo controlar la mente simiesca; luego liberarse de ella. No es el modo en que los occidentales contemplan la mente. Las tradiciones científicas y artísticas de la raza humana no son para nosotros un parloteo errático. Exaltamos a nuestras mentes. Elevamos nuestras consciencias. Nuestro sentido de sí mismo es nuestra posesión más importante.

Pero las metas de la meditación pueden considerarse también en términos de ciencia, según la psicología de cerebro derecho / cerebro izquierdo. Los dos hemisferios del cerebro controlan distintas actividades. El hemisferio izquierdo genera el pensamiento lineal. Es conceptual, abstracto y verbal. Nos proporciona palabras e ideas. El hemisferio derecho genera el pensamiento no lineal. Es intuitivo, creativo e imaginativo. El hemisferio izquierdo es el dominante en la mayoría de las actividades humanas; raras veces cede su control. Se crece en las tareas complejas y en caso de no controlarse vagabundea. El cerebro derecho se absorbe con facilidad en el tipo de actividades sencillas que el lado izquierdo considera aburridas. Por ejemplo si se le exige concentrarse en la sencillez mundana de la respiración, el cerebro izquierdo se rebela. Deseará pensar en algo más interesante. Pero si hacemos volver continuamente la atención a la respiración, el cerebro izquierdo puede ceder provisionalmente el control al cerebro derecho. Cuando esto sucede se experimenta una transformación mental. Una persona en esta condición, se relajará en una contemplación pacífica. Vista de este modo, la meditación es una terapia para reducir el dominio del cerebro izquierdo. A medida que el cerebro pasivo aprende a cómo tener el control, permitiéndonos llevar unas vidas más creativas e intuitivas, se vuelve a restaurar un equilibrio en nuestra naturaleza humana.

Extracto del libro: ''Lo que Buda nunca enseñó, Tim Ward''

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